En la publicación Free Speech, vol. VI Nº 3 de
Marzo de 2000, el activista y escritor nacionalista estadounidense William L.
Pierce (1933-2002) publicó el siguiente breve texto que hemos traducido (Fear of Smear), donde habla de los permanentes y
sistemáticos esfuerzos de gente maligna por amordazar la sagrada libertad de
expresión, en vista de su propia conveniencia y llenos de hipócritas pretextos
en su cometido, aprobando leyes que no sólo castigan hechos sino que juzgan
intenciones, en un afeminado y moralizante esfuerzo, aberración inaudita entre
los occidentales pero no sorprendente viniendo como vienen de esos satánicos y
falsos seres.
Los enemigos de
Estados Unidos y de Europa —los enemigos de nuestro pueblo en todas partes—
tienen dos principios rectores, dos imperativos:
a) El primero es seguir apoyando los programas racialmente destructivos que ahora están en
funcionamiento a la vez que introducen programas más nuevos y aún más
destructivos por los medios de comunicación y por la legislación del gobierno.
b) El segundo imperativo es impedir o neutralizar cualquier oposición eficaz a sus
programas, es decir, hacer imposible que nuestra gente se defienda.
Por ejemplo, sólo dos de los programas racialmente destructivos
que ellos ya tienen funcionando son, uno, mantener nuestras fronteras abiertas
a inmigrantes de las áreas de no-Blancos del mundo y, dos, hacer todo lo que
ellos pueden para fomentar el mestizaje. Su programa de inmigración, destinado
a la inundación de áreas Blancas con hombres de color, es apoyado principalmente
por el gobierno.
Su programa de mestizaje, orientado al aumento del grado de
mestización racial, es apoyado principalmente por sus medios de comunicación,
aunque ellos también usan su influencia entre el clero cristiano y en las
instituciones educacionales para conseguir la ayuda de las Iglesias y de las
escuelas para impulsar la aceptación del mestizaje entre sus víctimas Blancas.
Una mayoría de gente a la que ellos tienen la intención de
destruír es mantenida hipnotizada por los medios de comunicación y no ofrece
ninguna resistencia. Una minoría de mentalidad independiente, sin embargo, no
está completamente feliz con los proyectos de nuestros enemigos e insiste en
hablar claro y a veces en tomar otras medidas contra los programas destinados a
destruírlos. Esos disidentes que hablan en contra de nuestros enemigos y sus
proyectos son descritos por los medios de comunicación como "odiadores", como "extremistas", o, si la
conversación se convierte en acción, los disidentes son denunciados como "terroristas".
En la mayoría de los casos el temor a esas etiquetas, el miedo a
ser llamado un "odiador",
es suficiente para mantener tranquilos a los disidentes. Después de todo, la
mayoría de la gente de mentalidad independiente, al igual que los lemmings,
son criaturas sociales. Ellos desean la buena voluntad de sus vecinos, Ellos no
quieren ser odiados o injuriados ni tampoco temidos. Ellos tienen familias y
empleos. Ellos no quieren que sus colegas o compañeros de trabajo los
consideren raros o peligrosos. Ellos no quieren que sus amigos y conocidos
entre los lemmings los rechacen.
Los jefes de los medios de comunicación, que son principales
entre los enemigos de nuestra gente, tienen de esa manera un arma muy poderosa
en su capacidad de etiquetar arbitrariamente como "odiadores" a cualquier disidente que sea lo bastante
valiente para hablar claro contra ellos o sus políticas o incluso contra las consecuencias
de sus políticas.
Así, cuando el jugador del equipo Atlanta Braves [de
béisbol] John Rocker habló claro hace unas semanas, él inmediatamente fue
etiquetado como un "odiador"
por prácticamente todos los medios de comunicación. Sus comentarios acerca de
cómo la ciudad de Nueva York se ha convertido en una pocilga multicultural
fueron denunciados como "discurso de
odio". La unanimidad de la reacción de los medios de comunicación
frente a los comentarios más bien suaves de Rocker nos da una pista de que esas
denuncias rituales son un asunto de política deliberada más bien que
expresiones simplemente espontáneas e individuales de desacuerdo por parte de
los jefes de los medios de comunicación.
En otras palabras, cuando yo o algún otro disidente decimos algo
que los jefes de los medios de comunicación encuentran desagradable, el
comentario desagradable es unánimemente etiquetado como "discurso de odio". Nunca se trata de que algunos de
ellos estén de acuerdo con ello y que otros discrepen; todos ellos lo denuncian
como "odio". Yo no tengo
que desfigurar mi cara y gritar "Te odio" a fin de ser
denunciado como un "odiador".
Casi todo lo que digo es descrito en todos los medios de comunicación como "discurso de odio", simplemente
porque no es Políticamente Correcto, simplemente porque se desvía de la línea
del Partido. Y créame, existe una línea de Partido.
Por ejemplo, mi organización, la Alianza Nacional,
distribuye una pequeña etiqueta adhesiva que tiene impresas las palabras: "La
especie que está en mayor peligro en la Tierra: la raza blanca. Ayude a
preservarla". Eso es todo, además de nuestro nombre y dirección.
Y sin embargo, cada vez que los medios de comunicación comentan
acerca de esa etiqueta adhesiva ellos usan la palabra "odio". Ellos la llaman una "etiqueta adhesiva de odio", "propaganda de odio" y otros calificativos por el estilo.
Ellos nunca comentan sobre ello sin usar la palabra "odio". Mi gente distribuye algunas de esas etiquetas
adhesivas en un área, y un titular histérico aparece en el periódico local: "Residentes alarmados por literatura de
odio distribuída en la ciudad", o algo similar.
Ahora, no me diga que ésa es una reacción independiente y
espontánea de los jefes de los medios de comunicación cada vez que sucede.
Hemos distribuído varios millones de esas etiquetas adhesivas durante la década
pasada, y he visto esa reacción cientos de veces, por todo el país, y aquello
sucede de acuerdo a un plan. Se trata de una estratagema deliberada, destinada
a intimidar a la gente que de otro modo podría responder positivamente al
mensaje de nuestra etiqueta adhesiva. Y el hecho de que nuestros enemigos usen
su difamatorio calificativo de "odio"
contra este mensaje particular confirma lo que mencioné hace un momento sobre
sus objetivos genocidas.
Su primer imperativo realmente es destruír nuestra raza. Ellos
no insisten en fronteras abiertas porque amen a los inmigrantes negros, morenos
y amarillos. Ellos hacen eso porque quieren destruírnos. Ellos no tratan de persuadir
a las muchachas Blancas adolescentes de que está de moda salir con negros
porque ellos encuentren la combinación de colores estéticamente atractiva.
Ellos lo hacen porque quieren destruír a nuestra gente, nuestra raza, nuestra
civilización, nuestra cultura.
Ahora, si usted piensa que estoy exagerando acerca de la
reacción de los controlados medios de comunicación ante mis inofensivas y
pequeñas etiquetas adhesivas, sólo compruébelo por usted mismo. La Alianza
Nacional le enviará un paquete de 100 de esas etiquetas adhesivas, con
porte pagado, por seis dólares. Consiga un paquete de ellas, péguelas en su
comunidad, y luego lleve una a su periódico local, o envíela por correo a su
estación de televisión local, y diga que usted las ha visto pegadas en paredes
y lugares de anuncios y postes de electricidad, y pregunte de qué se trata esa
etiqueta adhesiva.
Si usted habla con un reportero individual, él o ella podría no
tener nada específico que decirle, pero si su pregunta provoca una respuesta
pública del periódico o la estación de televisión, ella invariablemente se
referirá a la etiqueta adhesiva usando la palabra "odio": invariablemente se tratará de una "etiqueta adhesiva de odio"
con un "mensaje de odio".
Quiero decir que realmente no hay nada que cualquier persona
razonable pudiera considerar "odioso" en pedir ayuda para la
conservación de nuestra raza. El objetivo de aquellos que etiquetan ese mensaje
como "odio" es difamar e
intimidar; aquello está destinado a silenciar a los disidentes, a ahogar el
disenso. Y es un hecho desafortunado el que el temor a la difamación por lo
general es eficaz. Eso hizo que John Rocker se humillara y pidiera perdón. Es
el temor a la difamación el que silencia a muchas personas que de otra manera
responderían positivamente o con simpatía al mensaje que está en mis etiquetas
adhesivas.
Ellos ven una de las etiquetas adhesivas, y piensan: «¡Así es! La situación de la inmigración
está fuera de control. Mi raza realmente está en peligro. Me gustaría ayudar a
preservarla. Me gustaría ponerme en contacto con la Alianza Nacional y ver lo que puedo hacer para ayudar. Pero
si lo hago, alguna persona Políticamente Correcta podría reportarme a los
medios de comunicación, y ellos me denunciarán como un "odiador".
Entonces mejor mantengo mi boca cerrada y finjo que nunca vi esa etiqueta
adhesiva». Esto es lo que sucede demasiado a menudo. La gente está
intimidada por el temor a ser difamada, y los jefes de los medios de
comunicación lo planearon de esa forma.
Alguien me envió una copia de un programa de televisión que
apareció la semana pasada en el Discovery Channel. Era un programa sobre
las Milicias, y en particular sobre un grupo de milicias en Missouri, la
Milicia 51 de Missouri o algo similar. Muchos de los miembros de las milicias
fueron entrevistados, y muchos de ellos claramente comparten algunas de
nuestras preocupaciones y opiniones. Los miembros de las milicias están todos
preocupados por la creciente infracción por parte del gobierno de los derechos
de los ciudadanos. Todos ellos creen que es correcto y apropiado para un hombre
libre tener y portar armas. Todos ellos desprecian al gobierno de Clinton.
Todos ellos deploran el asesinato de la familia de Randy Weaver en Ruby Ridge
por la policía secreta en 1992, y están horrorizados por el holocausto de Janet
Reno [ex-fiscal de EE.UU.] de mujeres y niños inocentes en la Iglesia de la
Rama Davidiana en Waco, Texas, en 1993.
Pero ellos están, sin embargo, intimidados por el poder de la
difamación que tienen los medios de comunicación. Ellos están terriblemente
asustados de ser llamados "odiadores". En el programa vi que ellos
repetidamente enfatizaban que no son ni racistas ni anti-judíos. El grupo era
enteramente de gente Blanca —al menos, cada una de las docenas de miembros
mostrados en el programa era Blanca— pero ellos pidieron perdón por eso; ellos
pidieron perdón y dijeron que estaban tratando arduamente de interesar a negros
para que se les unieran; ellos simplemente no habían tenido ningún éxito aún.
Lamentable, realmente. Y ellos simplemente aman a los judíos. Ellos afirman no
ver ninguna conexión en absoluto entre los judíos y los esfuerzos del gobierno
para infringir sus derechos otorgados por la Segunda Enmienda [derecho a poseer
y portar armas].
Ellos repiten la mentira estándar de una organización Judas de
la Segunda Enmienda, Judíos por la Preservación de la Propiedad de Armas de
Fuego, en el sentido de que la primera cosa que hizo Hitler cuando él se
convirtió en el canciller de Alemania en 1933 fue requisar todas las armas. Son
los "nazis" los que están detrás del movimiento de control de
armas, dicen ellos, no los judíos. Y uno de los líderes del grupo de milicias
de Missouri destacó que el ingreso en su milicia está abierto a todas las
religiones y razas. Ellos dan la bienvenida a cada uno, excepto racistas y
anti-judíos. Ellos no tolerarán a nacionalsocialistas en su milicia. Es
penosamente claro que ellos esperan que sus políticas de ingreso ganarán el
favor de los medios de comunicación. Ellos tienen miedo de la difamación y
creen que pueden evitar ser calumniados al ser anti-racistas y pro-judíos.
Por suerte, sin embargo, no
todos están tan intimidados como para apartar la vista de nuestras etiquetas
adhesivas y alejarse rápidamente por miedo, no sea que alguien los vea
leyéndolas. Hemos criado un grupo bastante afeminado de hombres en esta
generación —un grupo sobrecogedoramente deficiente en coraje cívico— pero
quedan todavía unos cuantos hombres de verdad, y unas orgullosas mujeres
Blancas también. Los jefes de los medios de comunicación —la gente que quiere
destruírnos— están preocupados por eso. Y ellos tienen un plan para silenciar a
aquellos que no están intimidados por el miedo a la difamación. Lo que ellos
pretenden hacer es proscribirnos, o al menos hacer ilegal para nosotros decir
lo que pensamos. Ellos están trabajando mucho en eso en varios frentes.
El concepto de "delito de odio" fue
introducido entre el público estadounidense hace dos décadas por el grupo de
presión judío más poderoso de Estados Unidos, la Liga Anti-Difamación de
la B'nai B'rith, la ADL. Como es por lo general el caso con los planes
judíos, aquél estaba basado en la hipocresía y el engaño. El primer movimiento
fue persuadir a los políticos para que implementaran la legislación que haría
de cualquier clase de vandalismo dirigido a una iglesia u otro edificio usado
para objetivos religiosos una nueva clase
de delito, sujeto a penas más severas que el vandalismo ordinario.
Algunas personas
preguntaron por qué necesitábamos tal ley, puesto que el vandalismo ya era
ilegal. ¿Por qué necesitábamos una ley especial que definiera el vandalismo
contra una iglesia o sinagoga como un delito más serio que el vandalismo
ordinario? Bien, los políticos no iban a hilar tan fino en cuanto a tales asuntos
y a arriesgar ser vistos como anti-religiosos, de manera que la propuesta de la
ADL rápidamente se convirtió en ley en varios Estados. Ésa fue la primera ley
de "delito de odio".
La segunda iniciativa fue
un "proyecto de ley modelo de
terrorismo étnico", que la ADL vendió a diversas legislaturas
estatales donde ellos tenían una influencia especial. Aquella ley definiría
como una nueva ofensa criminal un acto de
terrorismo dirigido hacia cualquier miembro de una minoría religiosa o étnica.
Un acto de terrorismo podría ser un
asalto físico, o un mero rayado que pudiera intimidar a miembros de una minoría
religiosa o étnica. La legislatura del Estado de Nueva Jersey estuvo feliz de
convertir en ley el proyecto modelo de ley de terrorismo étnico de la ADL.
Nuevamente algunos preguntaron por qué era necesaria dicha ley, pero ellos
fueron ahogados por los medios de comunicación, que estaban firmemente a favor
de tal ley, y por los políticos, que estaban impacientes por obedecer.
La ADL tuvo entonces su pie
en la puerta, y con la ayuda de una implacable campaña de propaganda por parte
de colaboradores en los medios de comunicación comenzó a condicionar al público
para aceptar la noción de "delito de
odio" como un tipo especialmente despreciable de delito que requiere
una nueva legislación y un castigo especialmente severo. La novedad acerca de
esta noción consiste en que un procesamiento criminal puede estar basado en los
pensamientos del criminal más bien que en sus acciones. Esta
noción es detestable para las ideas occidentales sobre la justicia, pero en un
Estados Unidos cada vez más multicultural, las ideas y las tradiciones
occidentales tienen menos peso que en el pasado, y la noción de "delito de odio" ganó una
creciente aceptación pública a lo largo de los años '90.
La legislación de "delito de odio" ya ha sido
decretada en muchos Estados. De esa manera, hoy, si yo golpeo a otro Blanco en
la nariz, ése es un simple caso de asalto, un delito de menor cuantía. Pero si
golpeo a un judío o a un negro o a un homosexual en la nariz, eso puede ser un
asunto mucho más serio. Eso puede ser un crimen, y puedo ser castigado mucho
más severamente que lo que yo lo sería por golpear a un Blanco. Todo depende de
lo que yo estuviera pensando antes y
en el momento en que lancé el golpe. Y para determinar lo que yo estaba pensando, el gobierno puede investigar
mis asociaciones, mis afiliaciones políticas y religiosas, mis hábitos de
lectura, e incluso el tipo de música que escucho. Los acusadores pueden citar a
mis amigos e interrogarlos acerca de mis opiniones sobre la raza, los judíos o
el homosexualismo.
Otras organizaciones judías
se han subido al carro de la victoria del "delito
de odio" de la ADL, y siguen insistiendo por una legislación de "delito de odio" aún mayor.
Simplemente tenemos que extrapolar la tendencia de la década pasada para
predecir con confianza que los judíos tendrán leyes estatales de "delito de odio" en cada
Estado así como en el nivel federal antes del final de esta década. Uno espera
que las "patatas de sofá" [couch potatoes, gente perezosa e
inactiva que pasa su tiempo viendo mucha televisión] y los lemmings
estén de acuerdo con cualquier cosa que sus pantallas de televisión les digan.
Uno espera que esa muchedumbre sin alma ni fuerza de carácter trague sin
protestar en absoluto cualquier cosa que los judíos digan.
Lo que me resulta deprimente es que los abogados, los jueces y
los legisladores —la gente que debería haberse opuesto a esta perversión de
nuestro sistema judicial, esta degradación de nuestro sistema legal, con cada
trozo de fuerza e influencia que ellos tienen— se han sentado sobre sus manos y
han mantenido cerradas sus bocas por miedo a ser difamados.
Pero bien, eso está lejos
de ser lo peor. La siguiente fase —y ellos están ya avanzados en esa fase— es
criminalizar la "expresión de
odio". No hay realmente un paso tan grande desde las actuales leyes de
"delito de odio", que basan
el castigo por un delito en el tipo de libros que un hombre lee, a las leyes de
"expresión de odio", que
castigan a un hombre por lo que él dice o escribe.
Hoy el gobierno puede subir
la categoría de un delito menor a un crimen si un hombre expresa opiniones que
la ADL juzga "odiosas".
Mañana, encarcelaremos a un hombre simplemente por expresar aquellas opiniones.
Durante los últimos años ellos han estado enseñando a los modernos
comentaristas de la ley a charlatanear acerca de cómo la libre expresión nunca
fue una cosa absoluta de todos modos, porque nunca hemos tenido el derecho de
gritar "¡Fuego!" en un teatro atestado, y entonces realmente
no deberíamos oponernos a unas pocas restricciones más.
Ahora ellos están jugando
con el aspecto global: Estados Unidos,
nos dicen ellos, está desfasado con
respecto a todos los países más progresistas del mundo. El discurso
Políticamente Incorrecto ya es criminalizado en Canadá, el Reino Unido, los
Países Bajos, Francia, Alemania, y en la mayor parte de los otros países
Blancos. Estados Unidos se está quedando atrás. Tenemos que modernizar nuestro
sistema legal a fin de alcanzar al resto del mundo. Etcétera.
Y usted sabe, no son sólo
los judíos los que impulsan este esfuerzo de desechar la Primera Enmienda
[derecho de expresión, libertad de reunión, libertad de prensa y libertad de
religión]. Ellos han reclutado a su habitual surtido de aliados: no sólo
políticos Gentiles en espera de su oportunidad sino también la misma
clase de chusma y resentidos odiadores que componen la coalición de Clinton,
gente que tiene un rencor contra la sociedad Blanca y heterosexual, gente que
por dentro arde de resentimiento por humillaciones reales o imaginadas que
ellos han sufrido a manos de hombres Blancos que eran libres de dar su opinión.
Las feministas radicales se destacan igual que los judíos en la vanguardia de
este esfuerzo por amordazar a aquellos que no están de acuerdo con ellos.
Más generalmente, la noción
de no permitir a la gente escribir o decir cualquier cosa que pueda ofender a
alguien apela a la mentalidad femenina,
sin tener en cuenta el sexo, lo cual es decir que hay demasiados hombres
Blancos así como mujeres hoy que estarán de acuerdo con los jefes de los medios
de comunicación en cuanto a que realmente tenemos que renunciar a nuestro derecho al discurso ofensivo a fin de asegurar
la tranquilidad en esta sociedad cada vez más multicultural, donde tantas
personas son tan fácilmente ofendidas.
Estos pensadores femeninos le asegurarán a usted que
ellos están totalmente a favor del discurso libre, y que ellos son partidarios
en un 100% de la Primera Enmienda; que la única clase de discurso que ellos
quieren criminalizar es el discurso ofensivo. Ahora bien, eso no es mucho peor
que prohibir a la gente gritar "¡Fuego!" en un teatro
atestado, ¿verdad?, y tendremos una tranquilidad mucho mayor, seremos capaces
de consumir en una mucho mayor comodidad y seguridad si a la gente no se le
permite ofenderse mutuamente. Eso vale la pena, ¿no?.
Y eso será muy fácil, porque ya tenemos a expertos que nos dirán
precisamente qué discurso es ofensivo y por qué clase de discurso la gente tiene
que ser encarcelada. Aquellos agradables muchachos judíos de la Liga
Anti-Difamación lo harán por nosotros, con la ayuda de aquellos otros
agradables muchachos judíos del Centro Simon Wiesenthal y del Southern
Poverty Law Center.
Todo este negocio de impedir a la
gente decir o escribir cosas "odiosas" ha ganado mucha urgencia con
el crecimiento de la Internet. Solía ser que la gente que quería decir
cosas que la ADL consideraba ofensivas se limitaba a volantes y folletos,
porque los otros medios estaban bastante asegurados por la gente del lado de la
ADL, gente de la misma tribu. Pero la Internet ha cambiado todo esto, al
menos por el momento.
Ahora una persona no tiene que ser
un millonario ni tiene que tener bastante dinero para comprar su propia red de
televisión a fin de ser capaz de decir al mundo entero lo que está en su mente.
La gente en la ADL considera a aquélla una situación muy peligrosa, y ellos
están trabajando horas extras para protegernos de ella. Ellos ya han
desarrollado un "filtro de odio" de la ADL, y están ocupados
persuadiendo a escuelas y bibliotecas públicas para que lo instalen en todos
sus computadores. Ese "filtro de odio" impide a estudiantes o
usuarios de biblioteca leer algo en un sitio que los expertos de la ADL
consideran que es ofensivo. ¿No es eso grato de parte de ellos?.
Mucho más está en juego que el derecho de disidentes como yo a
disentir. Nuestra libertad entera está en juego y, más allá de eso, nuestra
supervivencia racial. Los agradables muchachos judíos de la ADL entienden eso,
que es por lo cual ellos tienen una campaña contra la Segunda Enmienda junto
con su campaña contra la Primera Enmienda. Nosotros deberíamos entenderlo
también.–
No hay comentarios:
Publicar un comentario